Sense intenció de desviar el tema, que és molt interessant, m’agradaria reproduir una part d’un artícle d’Oriol Bohigas que avui publica El País (ara també anomenat el períodico global o més valdría dir imperial en español). L’article porta per títol “És Polígon de Maó”
“Este verano he vivido un par de semanas en una de las ciudades más afectadas negativamente por su polígono: Maó. Es polígon, como lo llaman, es casi la única referencia comercial de la ciudad y es el peor paisaje y la peor condición para la convivencia y la cultura. Los viejos suburbios y las viejas periferias eran horribles pero, por lo menos, se organizaban en la prolongación de las calles existentes, en las rudimentarias plazas de los cruces viales y en la pervivencia de algunas identidades históricas. Pero ahora el suburbio-monstruo, es polígon, está inhumanamente desconectado, sin referencias urbanas, sin ninguna posibilidad de que algún día se integre a la continuidad urbana y a sus significaciones. Los grandes edificios prefabricados de planta baja con estructuras de urgencia y materiales dispuestos a soportar grandes rótulos de propaganda desvirtúan cualquier referencia civilizada. Lo que en la periferia tradicional podía incluso aceptarse como gesto pintoresco en el que se mezclaban desconcertadamente funciones diversas, incluso las residenciales -por más residuales que fueran-, ahora es un desierto de asfalto con árboles agonizantes y aceras resquebrajadas, sin ni siquiera un signo de urbanidad. El suburbio ha pasado a ser un monstruo frankensteniano en el que cada pieza comercial autónoma, insolidaria, no logra participar en la composición de un conjunto urbano. El suburbio ha vencido, convirtiéndose en un monstruo.”
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